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Soluciones a la crisis climática

Soluciones a la crisis climática

En la tercera parte del último informe del IPCC «Mitigación del Cambio Climático», se estudian formas de resolver el problema del cambio climático disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero y la influencia de los seres humanos en el clima.

Esta parte del informe la redactó el Grupo de Trabajo III del IPCC y se publicó en abril de 2022. Se explican algunas maneras de reducir las emisiones y eliminar el CO2 de la atmósfera en distintos sectores de la actividad humana, tales como la energía, el transporte, los edificios, la industria, la gestión de residuos, la agricultura y la silvicultura. Se adopta una perspectiva tanto a corto como a largo plazo, analizando la viabilidad técnica, los costes, las compensaciones y otras consideraciones importantes. Aquí, en esta explicación sobre la tarea a la que nos enfrentamos, examinamos cómo podemos rebajar las emisiones.

El informe presenta la visión de un futuro más seguro y habitable, aunque también deja muy claro que todavía no estamos bien encaminados, ya que existen muchos impedimentos que obstaculizan los cambios.

¿Cuáles son las novedades de este informe?

En los informes del IPCC se resumen las investigaciones disponibles acerca del tema del cambio climático (más información sobre cómo funciona el proceso aquí). Por eso, podemos observar cómo ha evolucionado el campo desde el último informe (IE5) que se publicó en 2014, e identificar nuevos avances. Por ejemplo, según Zero Carbon Analytics, por primera vez en la historia del IPCC, este informe incluye capítulos dedicados a la tecnología, la innovación y las medidas relacionadas con la demanda. Puede leer el informe completo en el sitio web de Zero Carbon Analytics.

En él se analizan muchas situaciones y opciones diversas para nuestro futuro colectivo, llegando a la conclusión de que una situación (denominada SSP1-1.9), en particular, permite una reducción rápida y suficiente de las emisiones, así como una mayor probabilidad de tener un futuro habitable en la mayor parte posible del planeta. Casi todo el esfuerzo reside en realizar una transición rápida a las energías renovables para electrificar gran parte de la infraestructura social (p. ej., nuestros hogares, ciudades y transportes), lo cual comienza con una red eléctrica ecológica. Es decir que ya no hay espacio para nuevos combustibles fósiles; de hecho, en el informe se indica que la infraestructura de combustibles fósiles actual nos llevará por sí sola a superar el ambicioso objetivo de París de limitar el calentamiento a 1,5°C.

Explicación del IPCC: Detener el cambio climático por John Lang/eciu

Repercusiones climáticas y adaptación

Repercusiones climáticas y adaptación

En la segunda parte del último informe del IPCC, «Impactos, adaptación y vulnerabilidad», se evalúan los efectos del cambio climático y si el mundo natural y las sociedades humanas pueden adaptarse al mismo.

Esta parte del informe la redactó el Grupo de Trabajo II del IPCC y se publicó en febrero de 2022. Se examinan los ecosistemas, la biodiversidad y las comunidades humanas a escala mundial y regional; y se hace un seguimiento y evaluación de las diversas consecuencias del cambio climático y las vulnerabilidades. Explicamos algunos ejemplos de estos efectos en otro artículo.

En el informe se concluye que ya es innegable que «el cambio climático supone una amenaza para el bienestar de los seres humanos y la salud del planeta» y que «cualquier nuevo retraso en la acción mundial anticipatoria concertada para la adaptación y la mitigación hará que se pierda la breve oportunidad, que se está cerrando rápidamente, de garantizar un futuro habitable y sostenible para todos».

¿Cuáles son las novedades de este informe?

En los informes del IPCC se resumen las investigaciones disponibles acerca del tema del cambio climático (más información sobre cómo funciona el proceso aquí). Por eso, podemos observar cómo ha evolucionado el campo desde el último informe (IE5) que se publicó en 2014, e identificar nuevos avances. Por ejemplo, según Zero Carbon Analytics, el informe incorporó más datos procedentes de la economía y las ciencias sociales, al tiempo que puso de relieve el destacado papel de la justicia social en la adaptación al cambio climático. Puede leer el informe completo en el sitio web de Zero Carbon Analytics.

Otras conclusiones importantes son un conocimiento más profundo de cómo y qué fenómenos meteorológicos extremos ocasionan el cambio climático, gracias a que los académicos entienden mejor la «ciencia de la atribución». En el informe también se demuestra que la adaptación tiene límites complicados: algunos ecosistemas y comunidades sólo pueden transformarse hasta cierto punto antes de volverse irreconocibles y enfrentarse a la imposibilidad de prosperar como antes. Asimismo, se estudia detenidamente el concepto de mala adaptación: la idea de que si la adaptación al impacto de un mundo cuya temperatura está aumentando no se lleva a cabo de forma reflexiva y colaborativa, se corre el riesgo de consolidar las desigualdades sociales y de ceñirse a las opciones poco óptimas existentes que están provocando tanto la crisis climática como la pérdida de la biodiversidad.

Explicación del IPCC: Impactos, adaptación y vulnerabilidad por John Lang/eciu

La ciencia física del cambio climático

La ciencia física del cambio climático

En la primera parte del último informe del IPCC, «Bases de la ciencia física», se describe el sistema climático y cómo estamos interfiriendo en él los seres humanos.

Esta parte del informe la redactó el Grupo de Trabajo II del IPCC y se publicó en agosto de 2021. Se examinan los fundamentos físicos del cambio climático pasado, presente y futuro, basándose en más de 14 000 artículos publicados. El informe concluye que la humanidad es «inequívocamente» responsable del calentamiento global y que seguimos llevando a la Tierra a un estado de alteración permanente.

¿Cuáles son las novedades de este informe?

En los informes del IPCC se resumen las investigaciones disponibles acerca del tema del cambio climático (más información sobre cómo funciona el proceso aquí). Por eso, podemos observar cómo ha evolucionado el campo desde el último informe (IE5) que se publicó en 2014, y hacer un seguimiento de los nuevos avances. Esto es exactamente lo que hizo Zero Carbon Analytics utilizando fuentes publicadas antes de que saliera a la luz el primer informe IE6.

Por ejemplo, según su recuento, desde el IE5 hemos emitido casi 300 000 millones de toneladas adicionales de CO2, lo que nos acerca a los cruciales objetivos de temperatura del Acuerdo de París. De hecho, en su informe especial de 2018, el IPCC predice que incumpliremos el objetivo de 1,5 °C entre 2030 y 2052 si no cambiamos nuestra trayectoria. Puede leer el informe completo en el sitio web de Zero Carbon Analytics.

Otras conclusiones fundamentales son la necesidad de disminuir sin demora las emisiones de metano, junto con las de carbono, y la maduración rápida de la «ciencia de la atribución», que permite vincular el calentamiento global con cambios en el sistema climático del planeta. Las huellas de la humanidad están por todas partes.

IPCC Explainer: The Science of Climate Change by John Lang/eciu

¿Cómo utiliza el ser humano los combustibles fósiles?

¿Cómo utiliza el ser humano los combustibles fósiles?

El carbón, el petróleo y el gas han impulsado el desarrollo industrial… y han acelerado el cambio climático.

Se les denomina combustibles fósiles porque proceden de los restos de antiguas plantas y animales en la corteza terrestre. Básicamente, son la energía del sol recogida por las plantas mediante la fotosíntesis y conservada en compuestos de carbono. Desde que los primeros humanos descubrieron el carbón, los combustibles fósiles sirvieron de fuente de luz, calor y, finalmente, electricidad. Son mucho más densos energéticamente, lo que quiere decir que contienen más energía por cada unidad de masa que, por ejemplo, la madera; y su almacenamiento, transporte y uso no resulta complicado.

A medida que los humanos fuimos adquiriendo conocimientos sobre física y química, ideamos cada vez más formas de emplear los combustibles fósiles para abastecer hogares, transportes e industrias, y hallamos un modo de transformarlos en distintos productos químicos de gran utilidad. No obstante, en cierto momento a finales del siglo XX, también aprendimos que quemarlos y liberar carbono antiguo a la atmósfera interfería en el sistema climático y daba lugar al calentamiento global y otros síntomas de cambio climático acelerado. El cambio climático era y sigue siendo sobre todo un problema de los combustibles fósiles, ya que la gran mayoría de las emisiones de CO2 se derivan de la quema de carbón, petróleo y gas. Por eso es tan crucial que nos libremos de la innecesaria dependencia de estos combustibles si queremos abordar el problema. En 2021, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) respaldó las conclusiones del IPCC cuando hizo un llamamiento a que no se desarrollaran nuevos combustibles fósiles como principal estrategia para respetar unos límites seguros de aumento de la temperatura mundial.

Abastecer nuestras economías con combustibles fósiles también provoca contaminación local allí donde se utilizan: los vertidos de petróleo y los residuos de las minas de carbón envenenan el agua y el suelo; las fugas de metano de los oleoductos y los óxidos de nitrógeno liberados por la combustión contribuyen a la niebla tóxica y la lluvia ácida; y las partículas finas causan daños pulmonares e incluso la muerte prematura. Esto significa que el problema de usar combustibles fósiles no consiste sólo en la influencia a largo plazo sobre el sistema climático, sino también en las consecuencias más inmediatas y tangibles para la naturaleza y los seres humanos.

Por suerte, según vamos sabiendo más de física y química, descubrimos nuevas formas de producir energía sin depender de recursos fósiles no renovables que también calientan y contaminan la Tierra. De hecho, las fuentes de energías renovables, como la eólica y la solar, siguen abaratándose y haciéndose más accesibles, por lo que los combustibles fósiles pueden sustituirse ahora por opciones bajas o nulas en carbono.

¿Dónde utilizamos el petróleo y sus derivados?

Stéphane M. Grueso

El queroseno producido a partir del petróleo se comercializó inicialmente en el siglo XIX como una de las alternativas al aceite de ballena para las lámparas. Pero la gente no tardó en darse cuenta de que otros derivados energéticamente densos, como el gasóleo o la gasolina, servían para los motores de combustión interna y, en particular, para el transporte. Al ser líquidos, eran más fáciles de utilizar que los sólidos (como el carbón) o los gases, e ideales para los vehículos. Su densidad energética los hacía especialmente adecuados para los coches: permitía que fueran más ligeros y recorrieran distancias más largas, con lo que los productos derivados del petróleo pasaron a dominar pronto los transportes. En la actualidad, entre los esfuerzos para descarbonizar este sector se encuentran los avances en la tecnología de las baterías, cuyos costes se han reducido drásticamente, y se está construyendo una amplia infraestructura para vehículos eléctricos. Además se están encontrando nuevos enfoques para abastecer a la aviación, el transporte marítimo y los vehículos pesados.

Algunos productos derivados del petróleo también se emplean para producir calor y electricidad, pero esto ha empezado a cambiar igualmente. Su cuota en la generación de electricidad ha ido disminuyendo a un ritmo constante y ya esinferior al 3%, según la AIE. Será difícil resolver los retos del sector del transporte, aunque ya disponemos de una gran variedad de formas de generar calor y electricidad que son mucho mejores y mucho más limpias que los combustibles fósiles.

Aparte del transporte, el calor y la energía, diversos procesos de refinado del petróleo dan lugar a toda una gama de productos llamados petroquímicos (que se usan ampliamente en la fabricación de plásticos, fibras y caucho sintético). Así como a una serie de productos químicos industriales, tales como los disolventes, detergentes y tintes. La producción petroquímica representa alrededor del 12 % de la demanda mundial de petróleo, según la AIE. Se utilizan en artículos cotidianos, como prendas de vestir y envases, y también «en muchas partes del sistema energético moderno, como paneles solares, palas de aerogeneradores, baterías, aislamientos térmicos para edificios y piezas de vehículos eléctricos». Aunque los investigadores están trabajando en alternativas más limpias a estos productos petrolíferos, también cabe señalar que su huella medioambiental puede y debe reducirse de forma considerable mejorando el reciclaje y la gestión de residuos, la eficiencia energética y el control de la contaminación.

¿Dónde utilizamos el carbón?

La AIE afirma que el carbón es la mayor fuente de energía utilizada en el mundo para producir electricidad y la mayor fuente de emisiones de CO2. Según el IPCC, para llegar a cero emisiones netas de CO2 en 2050 tenemos que dejar de quemar carbón sin capturar las emisiones, pero estas tecnologías todavía no están disponibles a la escala necesaria. En las últimas conferencias de la ONU sobre cambio climático, quedó patente un cambio de actitud al respecto en las conversaciones sobre la eliminación progresiva del carbón y el aprovechamiento del ímpetu de las energías renovables. Además, desde la producción y el transporte hasta las centrales eléctricas de carbón, el carbón es una causa notable de contaminación atmosférica peligrosa, por lo que eliminar la generación de electricidad a partir del carbón supondrá grandes ventajas adicionales para la salud humana.

Las industrias del acero y del cemento queman carbón en sus procesos de producción, para los que es preciso mantener unas temperaturas sumamente elevadas, de más de 1000°C. La electrificación de estos procesos industriales y otros parecidos resulta difícil e incluso a veces imposible, por lo que es probable que se desarrollen combustibles sin carbono (p. ej., biocarburantes o hidrógeno producido con electricidad renovable) para esta gama limitada de usos.

También resulta posible convertir el carbón en gas de síntesis: una mezcla de monóxido de carbono e hidrógeno que luego se puede usar para fabricar combustibles sintéticos líquidos. Aunque estos son más limpios al quemarlos, el carbón todavía es el recurso principal, así que siguen siendo combustibles finitos basados en carbono, a pesar del cambio. Una alternativa, si fuera necesaria, es producir combustibles sintéticos similares por medios más «ecológicos» manteniendo el carbón en el suelo, por ejemplo, para sustituir a los derivados del petróleo en los transportes marítimos y aéreos. Del mismo modo, donde se necesite hidrógeno, hay formas de producirlo mediante energía renovable en lugar de recurrir al combustible de hidrógeno «negro» y «marrón» derivado del carbón.

¿Dónde utilizamos el gas?

Lo que llamamos gas es una mezcla de hidrocarburos compuesta principalmente por metano, el gas de efecto invernadero más potente después del CO2. Por lo tanto, la huella de carbono del gas incluye las emisiones de CO2 procedentes de su combustión para generar calor y electricidad, así como de las fugas de metano de los gasoductos y otras infraestructuras. Los gobiernos e industrias que están a favor del gas afirman que se trata de una energía limpia, aunque puede ser tan perjudicial para el clima como el carbón, dado que se suele exportar en forma licuada, y se escapa metano en todas las etapas de ese proceso.

El gas se utiliza para generar electricidad y en procesos industriales como la fabricación de cemento. En muchos países del norte global, la gente aún usa cocinas de gas, a pesar de que existen alternativas eléctricas más eficientes y más rápidas. En investigaciones recientes se ha demostrado que utilizar cocinas de gas es nocivo para la salud humana. Según una estimación, emiten aproximadamente el 1 % del combustible que emplean en forma de metano no quemado, producen partículas finas que irritan los pulmones y las vías respiratorias, y pueden superar los límites de exposición segura a las emisiones de óxidos nitrosos.

Al igual que el petróleo, el gas se puede usar para fabricar productos químicos, fertilizantes nitrogenados e hidrógeno «azul». Las nuevas tecnologías, como el amoníaco verde, que se genera con energías renovables, están empezando a hacer posible que la industria química abandone el gas. La descarbonización de la producción de fertilizantes traerá consigo una disminución de las emisiones y podría traducirse en que nuestro sistema alimentario y los precios de los alimentos sean menos sensibles a los precios de los combustibles fósiles.

Recursos útiles

  • El Secretario General de las Naciones Unidas esboza cinco acciones críticas a las que el mundo debe dar prioridad ahora para transformar nuestros sistemas energéticos y acelerar el paso a las energías renovables.
  • Un reportaje de la BBC habla de la petición del Secretario General de un impuesto sobre los beneficios de los combustibles fósiles.