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¿Qué caracteriza al cambio climático?

El aumento de la temperatura mundial es una señal importante del veloz cambio climático que está en curso, pero también hay otras señales.

Como indica el IPCC en su último informe sobre las bases físicas del cambio climático, es «indudable que la influencia de los seres humanos ha calentado la atmósfera, los océanos y la tierra», aunque también se han producido otros cambios rápidos y generalizados. Los científicos, con diversos grados de confianza, asocian la influencia humana a las alteraciones en las precipitaciones, la circulación atmosférica mundial y la salinidad del agua de los océanos cercana a la superficie, así como al retroceso global de los glaciares desde los años 90, el deshielo superficial de la capa de hielo de Groenlandia y la disminución de la superficie de hielo marino del Ártico, sobre todo en verano.

En los océanos, las emisiones de CO2 causadas por el hombre han propiciado el calentamiento, el aumento de la acidificación de las aguas superficiales y la subida media del nivel del mar en todo el planeta. Es posible que las actividades humanas también hayan contribuido a que los niveles de oxígeno hayan mermado en muchas zonas oceánicas superiores desde mediados del siglo XX. Asimismo, como señala el IPCC, las alteraciones en la biosfera terrestre desde 1970 son compatibles con el calentamiento global, dado que las zonas climáticas (áreas con patrones climáticos particulares a largo plazo) se han desplazado hacia los polos en ambos hemisferios. En el hemisferio norte, por término medio, en cada década desde los años 50 se han sumado hasta dos días a la estación de crecimiento.

Científicos de todos los países observan y comunican todos estos cambios [attribution science] y luego se sirven de la ciencia de la atribución para examinar la relación entre un fenómeno concreto y el patrón general de la influencia humana en el clima. El IPCC analiza las publicaciones al respecto para obtener un panorama general del cambio climático que vaya más allá de un simple gráfico de temperaturas.

Todos estos cambios a gran escala en los parámetros físicos básicos de la atmósfera, los océanos y la tierra, a los que se añade la variabilidad entre regiones, desencadenan cascadas de cambios más pequeños en los patrones meteorológicos o los ecosistemas, que pueden dar lugar a peligros para los humanos y otros seres vivos. Las condiciones geográficas, socioeconómicas y de otro tipo influyen en el grado de exposición y vulnerabilidad de las comunidades a dichos peligros y a sus efectos colaterales adversos. Esta combinación de peligros, exposición y vulnerabilidad crea el concepto de riesgo climático, que el IPCC utiliza en su informe sobre impactos y adaptación como marco para entender el «impacto cada vez más grave, interconectado y a menudo irreversible del cambio climático sobre los ecosistemas, la biodiversidad y los sistemas humanos».

Aunque el Grupo de Trabajo I del IPCC describe los fundamentos físico-científicos del cambio climático en términos de medias globales, en realidad nadie en la Tierra está experimentando directamente esas medias, puesto que cualquier huella es local y regional. Ese es el motivo por el que, en el informe del Grupo de Trabajo II sobre impacto y adaptación, se presentan evaluaciones detalladas para África, Asia, Australasia, América Central, América del Sur, Europa y América del Norte, así como para las islas pequeñas de todo el mundo. También se facilitan varios documentos transversales sobre zonas de especial importancia para la adaptación por una serie de razones singulares, como las montañosas y las polares, los desiertos, las ciudades costeras o los bosques tropicales y los puntos calientes en cuanto a biodiversidad.

En el informe del Grupo de Trabajo I se proporciona una herramienta interactiva para consultar la información sobre el cambio climático observado y previsto en el espacio y el tiempo. El informe del Grupo de Trabajo II también da una explicación detallada de la historia de los efectos climáticos y la adaptación, tal como figura en el resumen para responsables políticos. Aquí vamos a comentar algunos de los signos reveladores del cambio climático distintos a la temperatura y cómo afectan a las personas.

¿Cómo afecta el cambio climático a los glaciares, el permafrost y las capas de hielo?

El Ártico y el Antártico, al igual que grandes zonas de permafrost y glaciares de montaña, constituyen la criosfera de la Tierra: nuestro entorno de nieve y hielo. Estas partes más frías del planeta son especialmente vulnerables al cambio climático y a sus efectos, y la criosfera es un indicador sensible de estos procesos. Por ello, el IPCC elaboró un informe especial sobre el océano y la criosfera en un clima cambiante (SROCC) en 2019.

El impacto más prominente del cambio climático en la criosfera ha sido su rápida contracción. El calentamiento global de las últimas décadas ha hecho que las capas de hielo y los glaciares pierdan su masa, y que el Ártico pierda su hielo marino, que se ha vuelto más fino y «joven» a medida que se derrite el hielo más antiguo y plurianual. Además, las temperaturas del permafrost han ido aumentando gradualmente, y algunos deshielos locales han dañado infraestructuras y expuesto a las poblaciones a enfermedades peligrosas, como el ántrax. La pérdida de glaciares también perjudica a los seres humanos, ya que muchas comunidades de las zonas montañosas dependen de ellos para obtener agua dulce.

El calentamiento de la criosfera por sí mismo es capaz de influir en el sistema climático al causar las llamadas retroalimentaciones. La nieve y el hielo tienen un mayor albedo (reflectividad de la superficie) que el terreno al descubierto, y la capa de nieve aísla el suelo, con lo cual impide que se caliente. Cuando la nieve y el hielo van desapareciendo, y las superficies se oscurecen, se calientan más. Cabe destacar que el permafrost contiene más carbono del que hay actualmente en la atmósfera, por lo que, a medida que suben las temperaturas y el suelo helado se descongela, puede convertirse en una fuente importante de metano y dióxido de carbono.

¿Cómo afecta el cambio climático a las zonas costeras?

Dhana Kencana / Climate Visuals

Las repercusiones del cambio climático en las zonas costeras, los ecosistemas y los asentamientos humanos incluyen fenómenos de evolución lenta, tales como la subida del nivel del mar y la acidificación de los océanos, así como un aumento de las tormentas devastadoras y las marejadas ciclónicas. Según el IPCC, el nivel medio global del mar subió unos 20 centímetros entre 1901 y 2018. En algunas zonas, el aumento relativo (local) puede ser superior a la media mundial debido a otros factores en juego, como los movimientos tectónicos o las prospecciones petrolíferas.

Ya se están perdiendo hábitats costeros por la erosión de los terrenos, la inundación permanente y la intrusión de agua salada, con consecuencias para la biodiversidad, los medios de subsistencia de las personas, la circulación oceánica y los ciclos biogeoquímicos que no se limitan a las propias costas. Además, dado que los ecosistemas costeros son un gran sumidero de carbono, al captar y almacenar carbono de la atmósfera, su degradación puede aumentar la presión sobre el clima provocada por los humanos.

Como suele ocurrir, el cambio climático agrava los tipos de problemas existentes en las zonas costeras, por ejemplo, la creciente presión de las actividades económicas y de urbanización. Estas amenazas climáticas y no climáticas pueden amplificarse mutuamente e infligir más vulnerabilidad a los sistemas humanos y naturales, lo que es especialmente relevante teniendo en cuenta los datos de la ONU que señalan que el 40 % de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros de la costa.

¿Cómo afecta el cambio climático a las ciudades?

Ashden / Ashden

Más de la mitad del mundo vive en pueblos y ciudades a día de hoy. La ONU prevé que esta cifra llegue a 5000 millones en 2030, por lo que las ciudades y sus poblaciones están expuestas a muchos de los riesgos climáticos actuales y futuros. Algunos efectos, como los fenómenos meteorológicos extremos, pueden dañar infraestructuras vitales, viviendas y servicios básicos, lo que incrementa la vulnerabilidad de los residentes.

Un ejemplo concreto de la interacción entre el cambio climático y el desarrollo urbano tiene que ver con las islas de calor urbanas. Las temperaturas del aire de las grandes ciudades, con su escasa vegetación, alta densidad de población y hormigón y asfalto en edificios y carreteras, suelen ser más altas que las de las zonas circundantes. Esto significa que las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas debido al cambio climático, son mucho más difíciles de tolerar y sobrellevar en los entornos urbanos.

Las ciudades también presentan muchas oportunidades para solucionar estos problemas. Según las estimaciones del PNUMA, las ciudades son responsables del 75 % de las emisiones mundiales de CO2, siendo el transporte y los edificios los que más contribuyen a ellas. Por eso, mejorar la eficiencia energética, desarrollar los transportes públicos y abordar otras cuestiones medioambientales en las zonas urbanas pueden mejorar el bienestar y favorecer en gran medida la lucha contra el cambio climático.

Para analizar estas repercusiones y oportunidades, el IPCC pretende elaborar un informe especial sobre el cambio climático y las ciudades en su séptimo ciclo de evaluación, que empezará en julio de 2023 y durará de cinco a siete años.